13 octubre 2015

Alguna vez tuve un mechón de pelo rubio y me aburrí después de un mes. Por ese entonces necesité irme muy lejos para poder despegarme de las cosas que tenía muy cerca. Tuve que estar a 7 mil metros de altura para poner los pies sobre la tierra. Respiré fuerte el olor a lluvia sobre un campo de lavanda, y con los ojos bien abiertos por primera vez, saboreé la melancolía prematura de los finales inevitables. Fui y volví. Enseñé y me enseñaron. Dejé y me dejaron. Sonreí hasta que me dolió toda la cara. Lloré hasta quedarme dormida. Esperé palabras que no me dijeron y recibí otras cuantas que no esperaba. Y aprendí cosas sobre la inmensidad el día que temblé cuando al soplar, derribé una ciudad entera.


No hay comentarios: