20 septiembre 2012

Mujer




El sol te sienta bien: sos primavera, verde hasta en la sonrisa.
Tersa tu piel como la cuerda floja en la que caminás con frecuencia,
al borde de la locura, saboreando el vértigo de lo prohibido.
Una lejana contracción de tus escrúpulos taladra oídos
cuando tu pelo suelto enreda todo a tu alrededor y lo anuda,
enrolla, tensa y trenza como notas musicales
(capacidad innata para enloquecer a cualquiera).

Esa fluidez con la que bailás cuando no te importa si te están mirando,
cuando te atraviesan los huesos como un rayo, y la línea que te divide se torna difusa,
cuando clavás las pupilas sin asco y sin miedo, avanza tu talante a todo trote.

Y es que a veces sos la brisa misma,
otras tantas viento huracanado.
Piedra caliza, rojo intenso.
Tormenta solar en la mañana