28 septiembre 2010

Tristeza

Mas allá de todo lo que pueda pasar, hay algo que siempre perdura en la memoria: y que más si no son los recuerdos lo que nos hacen ser hoy quienes somos.

Que extraño se siente tenerte a dos metros de distancia y sentirte en el otro continente. Hoy me cuesta admitir que más allá de todo, no es algo que me quite el sueño, ni si quiera un poco. Mucho tiempo intenté que me invada algo parecido a culpa, o dolor: admito que nunca lo pude lograr. Que triste es ver una persona actuar de esa manera, con esos aires de resentimiento mezclados con venganza, todavía no puedo comprender tu cinismo, tus ezfuerzos exacerbados por opacar cada rastro de algo que te pueda hacer feliz. Ya no es ni si quiera bronca mi sentimiento, más bien te diría tristeza.

Tristeza de verte parada en el mismo lugar, de no verte progresar.
Tristeza de mirarte ahora desde el otro lado del charco, tropezando siempre con la misma piedra.
Tristeza de que sea tan claro tu intento desesperado de llamar la atención.
Tristeza de sentirte tan ajena, tan distinta a la imagen que yo creé de vos.

Y saber que siempre fuiste eso, una apariencia, como si fuesen fotos bajo tu almohada, imágenes, de algo que intentaste ser por todos los medios, bien sabiendo querida, que los múltiples personajes, en algún momento cesan y se olvidan.
Lamento saber que en el fondo todo es fruto de tus miedos e inseguridades, odio ver que a pesar de todo, pedís a gritos que te ayuden y sentís la soledad mas filosa que cuando llueve en primavera. Y creo que esto es lo que me lleva a mirarte desde mi ventana, andar sin rumbo hacia ninguna parte, juntando del piso hojas muertas o pelusas, quien sabe.

Tristeza me provoca la imagen que creaste en mi.
Tristeza de que esta vez, ya no me importa.