26 septiembre 2016

Dedicado a alguien que no es mi madre, no es mi hija, ni me hermana, ni mi amiga, ni mi amante, ni mi pretendiente ni mi pretendencia, tampoco a mi misma, quizás si a mis partes oscuras

Voy a tener que crear un conjuro. Voy a tener que inventar palabras que no conozco para nombrarla. Voy a tener que volverme viento para entrar en su casa rompiendo una ventana todas las noches mientras duerme, sólo para atormentarla.
Voy a tener que fabricar una escalera sin escalones, un ascensor sin poleas, una manera de escalar sus infinitas piernas en un viaje hacia un país deshabitado, a una isla virgen o a una tierra desconocida.
Voy a tener que tirar una soga hacia su ombligo para subir hasta su centro, meterme por ese túnel y con el peso de mi cuerpo desgarrarla, para llegar a su pecho y vaciarla desde adentro. Trazar un surco con la punta de mis dedos en su espalda. Y con el filo de mis uñas hacer un hueco. Con una mano formar una pinza. Con la otra, un cuenco. Extirparle la médula. Y comérmela.
Voy a tener que subir por su tráquea hasta su boca y mezclarme con su saliva como veneno, bailar como un escorpión en celo sobre su lengua hasta entumecerla completa.
Voy a tener que estrangularla un poco para que lo último que roce sus labios sean las gotas de mi cuerpo evaporándose desde su interior.
Voy a tener que volverme agua, subir hasta el techo y condensarme contemplando su cuerpo, hasta arribar nuevamente sobre ella en caída libre, peligrosa travesía.
Voy a tener que ahogar su conglomerado de católicas costumbres, derribarla como un tsunami, corromperla entera, des-explicarle todo. Será necesario repetirlo muchas veces, hasta que deje de lado su interior de pajarito frágil, y erradique por completo su pavor,
Y va a tener que crear un conjuro. Va a tener que inventar palabras que no conoce para llamarme. Sobre su frente tatuarse mi nombre. Descubrirse temeraria, imprudente, bosque en llamas, ave fénix. O voy a tener que empezar otra vez.