Inventé un rompecabezas en donde no encaja ninguna pieza para no tener que terminarlo, y tuve que sacar todas las plantas de mi casa para no acostumbrarme a ver morir las flores en invierno.
En mi mesa sigue habiendo dos copas de vino aunque cene sola. Y aún así, me emborracho demasiado poco.
Una vez alguien se animo a decirlo y agradezco: el tiempo no cura nada.